Estructurando Proyectos:
De todos los locales que pude apreciar en mi fugaz recorrido el que más llamó mi atención fue este, la librería donde solía comprar algunos ejemplares de imitación de "La culpa es de la vaca", " El principito", "Relatos de un náufrago" y otros que si empiezo a recordar tal vez no me cabrían en este pequeño espacio; el mismo propietario de gafas grandes y acento cachaco volvió a ofrecerme su producto mientras yo miraba su nuevo establecimiento ya no conformado por un stand de maderas viejas de color verde sino de resistentes paredes y techo dde hierro. así confiaré que la fuerte lluvia no dañará los libros que aunque viejos y no originales transmiten la misma enseñanza que un ejemplar autografiado y con portada reluciente.
Recordar es vivir:
Estando sentada en el patio de la caridad y mientras veía a los viejitos hacer ejercicio, empecé a escuchar el sonido de unas maracas acompañando a un vallenato alto entonado por Peter Manjarres. Mis oídos buscaban urgentemente aquella ejecición perfecta y al ubicar el lugar de donde provenía, mis oojos encontraron a un anciano sentado solo en un cuarto oscuro. Era de tez morena y lucía unas gafas oscuras, me senté a su lado sin que él se percatara para poder deleitarme con el sonido de sus maracas, al estar tan cerca de él me di cuenta que estaba totalmente ciego, pero el vibrar de esas maracas podrían haber despertado cualquier gigante dormido. Así que no pude dejar pasar la oportunidad de capturarlo en un corto video que dejaré a continuación.
Un dinosaurio de los trámites:
De todos los locales que pude apreciar en mi fugaz recorrido el que más llamó mi atención fue este, la librería donde solía comprar algunos ejemplares de imitación de "La culpa es de la vaca", " El principito", "Relatos de un náufrago" y otros que si empiezo a recordar tal vez no me cabrían en este pequeño espacio; el mismo propietario de gafas grandes y acento cachaco volvió a ofrecerme su producto mientras yo miraba su nuevo establecimiento ya no conformado por un stand de maderas viejas de color verde sino de resistentes paredes y techo dde hierro. así confiaré que la fuerte lluvia no dañará los libros que aunque viejos y no originales transmiten la misma enseñanza que un ejemplar autografiado y con portada reluciente.
Libreria dentro del merrcadon público. Por: Andrea Perozo.
Recordar es vivir:
Estando sentada en el patio de la caridad y mientras veía a los viejitos hacer ejercicio, empecé a escuchar el sonido de unas maracas acompañando a un vallenato alto entonado por Peter Manjarres. Mis oídos buscaban urgentemente aquella ejecición perfecta y al ubicar el lugar de donde provenía, mis oojos encontraron a un anciano sentado solo en un cuarto oscuro. Era de tez morena y lucía unas gafas oscuras, me senté a su lado sin que él se percatara para poder deleitarme con el sonido de sus maracas, al estar tan cerca de él me di cuenta que estaba totalmente ciego, pero el vibrar de esas maracas podrían haber despertado cualquier gigante dormido. Así que no pude dejar pasar la oportunidad de capturarlo en un corto video que dejaré a continuación.
Un dinosaurio de los trámites:
Me encontraba en el IPC de
María Eugenia con el fin de tramitar el subsidio de mi hijo al igual que muchas
personas y como muchas de ellas resulté siendo víctima de la tramitomanía,
donde un consultor me dijo que el sistema estaba caído, que debía regresar
después del quince para ver si contaba con suerte de realizar mi proceso.
Fiebre tricolor:
Confieso que sentí envidia de
todas esas personas que lucían la camiseta de la selección puesto que yo no
contaba con una de ellas debido a un robo del que fui víctima unos meses atrás,
sé que cada vez que llegue una fecha similar me sentiré de la misma manera,
pero aunque no luzca una de ellas sentiré la misma pasión por el equipo de mi
tierra porque Colombia es eso; no por nada llevamos un eslogan que dice:
Colombia es pasión.
Noche de parque en Pescaíto:
Luego de regresar de mi
recorrido por el parque me subí a la moto de mi esposo y cuando él me pasó el
perro caliente que habíamos comprado, lo dejé caer como consecuencia del grito
de un niño que había resbalado y caído por subirse muy rápido a una de las máquinas
de ejercicios. Mi esposo me regañó por mi distracción mientras mi hijo reía a
carcajadas porque mi cena había quedado vuelta un masacote. Regresé a casa y
como pude medio arreglé el perro caliente y me lo comí o por lo menos ingerí lo
que quedaba de él.
Salsa para sazonar el alma:
Como de costumbre salí de
carrera para la entrevista y no tuve tiempo de desayunar, cuando llegué al
sitio acordado sentí que desmayaría por el hambre que abundaba en mí. Cuando vi
que mi entrevistado sacó la ensalada de frutas frescas, me saboreaba y tuve ganas
de llorar; creo que por eso fue que el señor Junior nos ofreció comer un poco
de ella puesto que se notaba mis deseos por devorar cada trozo de frutas, tanto
así que en plena grabación mientras mi profesor hacía una toma de mi entrevista
yo metí el tenedor en el plato y dañé la toma que debió ser repetida.
Buritaca: paraíso inusual:
De regreso, en el bus se sentó un anciano a mi lado izquierdo y desde que empezó el viaje hasta que se bajó en Mamatoco fue hablándome de su
esposa, hasta logró contarme que ella sufre de depresión emocional y yo luchaba
por estar atenta a lo que me decía ya que estaba muy somnolienta de tanto
trasnochar y trabajar, no veía la hora de que guardara silencio o se bajara
para intentar dormir un poco. Lo curioso es que cuando se bajó automáticamente
mis ganas de dormir desaparecieron; por lo cual concluí que la conversación era
algo aburridora o su tono de voz era muy arrullador.
Travesía Hacia el velorio de “El
Profe”:
Ya eran casi las & de la
tarde y yo no me decidía a ir al velorio puesto que no soy muy partidaria de
ver muertos y me trauma escuchar lamentos o gente llorando, fui porque mi mamá
me insistió argumentando que aprovechara la noticia del momento y ya a esa hora
no iba a encontrar otro tema para escribir. No imaginé que ese camino fuera tan
productivo cuyo resultado sería un texto tan profundo que aún lo leo y me
sorprendo, no tuve necesidad de mirarle el rostro pálido al difunto para experimentar
sensaciones impactantes; el recorrido me dio más de lo esperaba.
Noche de tambores:
Tenía tantas ganas de escuchar
el son de esos instrumentos que no le presté mucha atención a la clase que
recibía en la universidad, saliendo hasta me tropecé con una piedra y por poco
casi me caigo. Un rato después de llegar al toque, los deseos de ejecutar un llamador como en los viejos
tiempos eran muy fuertes. Mi ex instructor y amigo se acercó con un músico y le
dijo: Ésta “flaquita” ahí donde la ves
toca ese tambor con mucha fuerza y ritmo. Yo sonrojé pero me dio pena quitar a
uno de los músicos para tocar yo.
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